lunes, 10 de septiembre de 2012

(Paréntesis)


Conil de la Frontera


Quisiera estar solo en el sur.

(Luis Cernuda)



Miro la noche naciente a través del cristal, penumbrosa como el final truncado de un cuento de hadas. Madrid afila cuchillos de farola y, en el séptimo firmamento, arde una estrella solitaria. En mi habitación solo se escucha el rumor apagado del aire acondicionado y los levísimos suspiros de la gata, profundamente dormida sobre la colcha.

La inspiración es hoy un fantasma cobijado en los rincones del no ser. Abandonada, siento fluir por mis venas una incierta melancolía que me conduce a añorar los azules del Atlántico. Leeré poemas de Rafael Alberti para invadirme de azul, para quemarme los pies de arena finísima de las playas gaditanas bajo el contacto de un sol constante e indolente, para viajar por cielos tachonados de gaviotas insomnes.

Voy a cerrar los ojos y a pensar que estoy frente al mar. Que el rumor apagado del aparato del aire acondicionado es el rugido suave de las olas embistiendo dulcemente la orilla. Que la luz de farola contorneada sobre el negro sin esperanzas del cielo madrileño es en realidad la silueta anaranjada de la luna llena, reflejada también sobre las aguas. La playa, solitaria y grave, me susurra secretos de eternidad.

Voy a pensar que no tengo nada en lo que pensar. Voy a dejarme caer sobre la arena fría de mi playa, esperando oír aquellas voces conocidas y sonrientes que me llaman por mi nombre y aguardan, como cada año. Voces salpicadas de verde, de mares del norte, de viento.

Igual que el levante que parece haberse instalado en mi imaginación, trastornándola…


Definitivamente, leer a Alberti en plena nostalgia conileña es abrir la puerta a una insana –pero necesaria- evasión de la realidad. Y qué diablos hago yo tan lejos del océano…

2 comentarios:

Tropiezos y trapecios dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Óscar Sejas dijo...

Pues no sólo has conseguido evocar esas playas de arena fina tú, también has conseguido que los que te leemos nos hayamos transportado durante unos instantes a ellas.

Es impresionante lo que esa pequeña máquina llamada imaginación puede conseguir, desde evocar olores, paisajes y personas hasta traerte el mar a la puerta de casa.

Madrid no tiene playa, o quizás sí y sólo haga falta buscarla mejor.

Fuerte abrazo.

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Larga y prematuramente adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, me acostumbré muy pronto a quejarme en voz baja, a maldecir para mis adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir, al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. Si acabé escribiendo fue […] para aprovechar las modestas habilidades adquiridas por el mero hecho de vivir.

Ángel González

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Te juzgan mal y sufres por eso. Eres de nieve por fuera y de llama por dentro. Quien te toca se hiela mientras tú te abrasas. No sabes querer y estás queriendo siempre; no sabes vivir y estás vivo. Tu sitio no está en ninguna parte, siempre desearás un lugar diferente...

Luis Cernuda, Comedia inacabada y sin título