martes, 22 de mayo de 2012

La manía persecutoria de las sonrisas


Cisnes reflejados en elefantes, Salvador Dalí


Era cenora y los flexosos tovos
en los relonces giroscopiaban, perfibraban.
Mísvolos vagaban los borogovos
y los verdirranos extrarrantes gruchisflaban.

Lewis Carroll



Jabberwocky. Aurora fue abriendo lentamente los ojos, ahuyentando las confusas imágenes que se agolpaban bajo sus párpados. Jabberwocky. Era lo último que recordaba. Y lo primero que vio, las pupilas contraídas de su gata, posadas en medio de aquel iris inmensamente verde. Jabberwocky, Jabberwocky, Jabberwocky. Los gatos siempre aprovechan la mínima ocasión de acomodarse encima de sus dueños y de crear en ellos complejo de sofá, de cama o de cualquier objeto blandito que se utilice para dormir. Jabberwocky. Los ojos del animal se entrecerraban con altivez, como si tratara de demostrarle lo poco que le importaba el significado de esa palabra: Jabberwocky. Ella sentía que aún no se hallaba lo suficientemente despierta como para pedirle un esfuerzo tan grande a su cerebro, así que se limitaba a pronunciar la palabra una y otra vez, mentalmente.

Jabberwocky, Jabberwocky, Jabberwocky. Jabberwocky.

De repente, el móvil vibró desde el escritorio, y la muchacha pegó un respingo. La gata maulló, contrariada, y bajó de un salto al suelo. Aurora se incorporó con esfuerzo y comenzó a enfocarlo todo. Lo primero, la esfera del reloj, que indicaba que eran más de las seis. Las seis.

¡¡Las seis!!

-¿En qué momento me he quedado dormida, Lua, me lo puedes decir?

Hablar a un gato no resulta del todo inútil. No al menos más inútil que hablarle a ciertos tipos de personas. Si los gatos pudieran responder, sin duda tendrían mucho más que decir que determinados cerebros embotados que merodean por las esquinas de la sociedad. Aurora pensó que, si seguía así, ella misma iba camino de convertirse en uno de aquellos seres descerebrados. Nunca le había pasado eso de quedarse dormida por los rincones. Si al menos durmiera un número de horas decentes por la noche… Pero siempre el insomnio, el terrible insomnio, nacido de aquella manía suya de dar vueltas y vueltas a los pequeños dilemas que se le planteaban a lo largo del día. Indecisión, terrible palabra. Y además estaban las pesadillas.

-Jabberwocky –murmuró, esta vez en voz alta.

Sin duda, Jabberwocky era la consecuencia de pasar demasiadas horas encerrada en una habitación con la única compañía de la gata y un trabajo sobre Lewis Carroll que no parecía avanzar. Y a todo ello había que añadir la inmensa montaña de libros que había florecido sobre el escritorio. Sin embargo, Aurora había aprendido a sobrevivir en medio de aquel desorden; incluso la gata, que a veces se subía a lo alto de la montaña, se hacía una bolita y cerraba los ojos. Los gatos son siempre tan adaptativos…

Los humanos también.

Aurora entonces recordó que el móvil había vibrado una sola vez, como vibra cuando recibes un mensaje, y su incansable mente comenzó a fabular. Se dejó invadir, durante unos instantes, por el engañoso perfume de la incertidumbre y de las falsas ilusiones que teje en torno a él. Reunió las fuerzas necesarias para levantarse y, ansiosamente, mirar el móvil.

Y la realidad volvió a marchitarse. Con sus habitaciones cerradas, sus trabajos de la universidad, sus montañas inútiles de libros y aquel último amor imposible sonriendo desde la pantalla del ordenador, ignorando que Aurora era su más apasionada espectadora, y que lo seguía por aquella pantalla como si su vida fuera en verdad una película. No podía evitarlo. ¡Cómo odiaba los amores imposibles…! Este último ya tocaba a su final, como una serie de televisión que se termina, dejando sin embargo la posibilidad de nuevas secuelas –porque el olvido no existe. Pero pronto aparecerían más, muchos más imposibles. Sí, verdaderamente los humanos son seres muy adaptativos. Desde el suelo, Lua miraba a Aurora, con sus ojos tan verdes abiertos en forma de interrogación.

-Jabberwocky es algo a lo que hay que derrotar –se sorprendió diciendo en voz alta, dirigiendo la mirada hacia uno de esos puntos indeterminados del vacío.

6 comentarios:

Lewis Carroll dijo...

A LOS REDACTORES DE LA REVISTA JABBERWOCKY.

Att. de Macmillan & Co.
29 Bedford Street, Covent Garden, Londres.

6 de febrero de 1888.

Mr. Lewis Carroll tiene el gran placer de dar permiso a los redactores de la revista propuesta para usar el título que desean. Considera que la palabra anglosajona "wocer" o "wocor" significa vástago o "fruto". Tomando "jabber" en su acepción común de "discusión acalorada y voluble", daría el sentido de "el resultado de una discusión muy acalorada". Si tal frase posee o no alguna aplicación para el proyectado periódico es algo que determinará la futura historia de la literatura norteamericana. Mr. Carroll desea a la futura revista el mayor éxito.

Marina Casado dijo...

Hum. Interesante; ignoraba este punto de vista. "El resultado de una discusión muy acalorada"... ¿Qué monstruo no lo es? Los mejores son los que surgen de una discusión con uno mismo...

Lewis Carroll dijo...

A TODO AQUÉL AL QUE LE GUSTE "ALICIA"

[...] Se alzará el sol sobre ti en estas Pascuas y sentirás su vida en cada miembro y ganas de precipitarte al aire libre de la mañana... y otras muchas Pascuas vendrán y se irán [...]; pero es bueno, incluso ahora, pensar a veces en esa gran mañana cuando el Sol de la Verdad se alce con el alivio en sus alas.

Seguro que tu alegría no va a ser menor al pensar que un día verás una aurora más espléndida que ésta; cuando tus ojos encuentren visiones más amorosas que los ondeantes árboles o las rizadas aguas; cuando manos angélicas descorran las cortinas yb una voz aún más dulce que la de una madre amorosa te invite a despertar ante el nuevo y glorioso día; y cuando toda la tristeza y el pecado que oscurecían la vida en esa mezquina tierra se olviden como sueños de una noche pasada.

Tu afectuoso amigo,

Lewis Carroll
Pascua, 1876.

Marina Casado dijo...

"Es un placer muy próximo a la tristeza, que hace saltarle a uno las lágrimas, igual que la visión de un cuadro hermoso o de un poema". No sé si los "niños" a los que supuestamente dirigía esa carta lo iban a entender muy bien... Mejor para los que han crecido ya, sin crecer.

Lewis Carroll dijo...

Pero pienso -no, estoy seguro- que ciertos niños leerán esto con dulzura y cariño, y en el espíritu que lo he escrito.

Óscar Sejas dijo...

Entonces habrá que derrotarlo ¿no? a veces la vida se introduce en un bucle que parece infinito: trabajos, obligaciones más trabajos y un amor en la cabeza. A veces si lo pienssas bien, ese amor es otra obligación que nosotros mismos nos imponemos. A veces en los bucles nos sentimos agusto aunque parezca que nos agobiamos.

En cualquier caso me gustó la forma que tuviste de contarlo, tu prosa ha mejorado mucho si es que eso era ya posible.

Un abrazo grande.

Oski.

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Larga y prematuramente adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, me acostumbré muy pronto a quejarme en voz baja, a maldecir para mis adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir, al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. Si acabé escribiendo fue […] para aprovechar las modestas habilidades adquiridas por el mero hecho de vivir.

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Luis Cernuda, Comedia inacabada y sin título