lunes, 24 de mayo de 2010

Espérame en la orilla

La condición humana, René Magritte
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El sol y la luna quieren
que nunca nos separemos.
Nunca. Pero el tiempo.
¿Y de qué está hecho el tiempo
si no de soles y lunas?
Pero el tiempo... Nunca.
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Miguel Hernández
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Miré por la ventana. Era otra vez el mar. El mar con sus ramos de nardos submarinos, con sus caricias de espuma recogida, con sus jardines secretos de coral; todo bañado por la respiración suave que nace en las profundidades de una caracola y que solo se escucha cuando te acercas ésta al oído.

Tú me esperabas en la orilla, recortada tu silueta sobre el atardecer. No sonreías, pero a cambio sonreían tus ojos por detrás de los cristales de las gafas, como cada vez que intentas hacer gala de una compostura de la que eres el primero en dudar. Quise llegar hasta tu lado para susurrarte lo mucho que te extraño y demostrarte que mis brazos no son de aire, como pensé durante un tiempo. Pero la propia realidad me lo impidió, recordándome que aún no era el momento.

Perdóname, porque a pesar de mis veinte años a veces no puedo evitar mirar por la ventana y ver solo lo que yo quisiera. Me asusta tanto mi propia ilusión que a menudo me obligo a tragar grandes dosis de pesimismo para intentar contrarrestarla. Pero en el fondo, con el pesimismo me pasa igual que a ti con tu compostura: que yo soy la primera en dudar de él, aunque luego nos haga el mismo daño que si fuera real. Es un secreto que no me atrevo a revelarme a mí misma. Tengo la íntima certeza de que, por detrás de tu racionalidad, tampoco habrás podido evitar mirar alguna vez por la ventana y ver sólo lo que querías ver en ese momento.

Y sigo contemplando el vasto océano enmarcado por los fulgores del crepúsculo, pensando que todo es cuestión de tiempo en esta vida; y sigo contando los días para correr hacia la orilla y fundirme contigo en un abrazo que desafíe a tu lógica y a mi inseguridad. Pero no te alejes; espera hasta verme aparecer.

No necesito decirte que allá donde vivo, el mar no se puede ver desde ninguna ventana…

lunes, 17 de mayo de 2010

La otra perspectiva

René Magritte


Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

Federico García Lorca



A menudo, el destino nos reserva ironías tan crudas que nos dejan en la boca un amargo regusto a irrealidad. Todo se basa en perspectivas. Estar a uno u otro lado. Unas horas antes o después. Mirar desde lejos o descubrirte dentro del círculo.

Desde que empecé a ir a la universidad, cada mañana me bajo en la estación de metro de Plaza Elíptica, donde Carlos Morla interpreta siempre la misma melodía en su teclado. Es una melodía triste, monótona, igual que su mirada. Yo no puedo evitar odiarla, aunque sé que cuando no la escuche la recordaré como algo entrañable. Después me subo al autobús que me lleva hasta la universidad. Siempre pasa por delante del Tanatorio Sur y yo siempre me estremecía al ver a la gente pasear por la terraza. A cualquier hora, nunca falta la gente caminando por esa terraza.

Aquella mañana me bajé en la estación de Plaza Elíptica. Carlos Morla ya había empezado a interpretar la misma melodía, que ese día parecía lejana, como perteneciente a un sueño, igual que si el mundo fuera ajeno a mi tristeza y la única que me hubiera detenido fuese yo. Me subí al mismo autobús de todas las mañanas, pero esta vez me bajé varias paradas antes. Unas horas más tarde, me descubrí mirando por aquella terraza que siempre veía desde el autobús. Y veía pasar los autobuses a lo lejos.

Qué extraña es la sociedad. Qué extraños son los tanatorios y las conversaciones banales de gente que nunca has visto. Qué extraño saber que al final del pasillo se encuentra lo poco que queda en el mundo de una de las personas a las que más has querido. Y que no puedes mirar para que no se queme tu recuerdo. Que no volverá a frotarte la espalda ni a regalarte billetes de cinco euros muy doblados, ni a consolarte cuando lloras ni a recordarte cuando ibas en el carrito y era el único capaz de conseguir que te durmieras. Que no volverás a oír su voz con acento extremeño diciendo que aunque él no sea de esos abuelos besucones, eres lo que más quiere en el mundo. Qué extraño saber que al día siguiente ya no quedarán de esa persona más que cenizas. Cenizas; pero sin curas cerca, que él no los quería ni ver. Cenizas y un vacío grabado a fuego en tu alma, como un desgarrón interior que te encoge el estómago y que te hace sentirte el ser más diminuto y perdido de todo el universo. Igual que si alguien te hubiera arrancado un pedazo de vida.

Qué extraño ver vacío el hueco del sofá donde solía sentarse. Y ser consciente de que esto no es una pesadilla y de que no vas a despertar; ni vas a poder volver atrás para cambiar tantas cosas y decir tantas otras. Porque todo se basa en perspectivas y ahora estás al otro lado…

sábado, 15 de mayo de 2010

GOLPE


La losa de la realidad
cayó de pronto sobre mis espaldas.

Sinceramente, no esperaba este golpe.

Resulta interesante haber sobrevivido,
pero es que el cuerpo –y digo “el cuerpo”-
nunca dejó de estar intacto tras el daño sufrido.

Me arrastro a duras penas
para tratar de liberarme
del peso muerto de la realidad.
No queda nadie para tenderme su mano.

Consigo levantar mi cuerpo,
sacudo el polvo de mi ropa y miro atrás:
debajo de la pesada losa
solo quedó mi corazón.

Nada de lo que no se pueda prescindir.


22 de abril de 2008



© Marina Casado


* ADVERTENCIA: Todas las poesías han pasado por el Registro de Propiedad Intelectual.

"La clé des champs", René Magritte

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jueves, 6 de mayo de 2010

De sorpresas y siempres


Para Alicia
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A veces encontramos algunos siempres inesperados en la vida. Es difícil de explicar, sobre todo porque ocurre con muy escasa frecuencia y porque se tarda mucho tiempo en identificarlos. Los siempres no brotan de la nada; no son de colores llamativos o tienen seis brazos. Para empezar, un siempre requiere unas características especiales y poco comunes, imposibles de precisar o concretar. Cada persona puede ser susceptible de llevar dentro un siempre, pero aquellos que tienen esa suerte no necesariamente han de llegar a saberlo.

Los siempres están mezclados con el resto del mundo, vulnerables frente a la mediocridad y la hipocresía que imperan en nuestra época. Tal vez llevamos viendo uno de ellos meses, años o incluso décadas; pero no nos percatamos de su identidad. Quizá no nos hemos fijado lo suficiente en esa persona, o no la hemos valorado. Hasta que un día… ¡pum! El siempre se nos revela frente a frente, y en ese momento nace, entre él y nosotros, una certeza de color azul que nos obliga a sonreír. Porque, aunque en determinadas ocasiones nos asalten las dudas, al final un siempre es para toda la vida.

Conozco muy pocos siempres; poquísimos. Dejando a un lado a los siempres familiares –esos que se te revelan en el mismo instante de nacer-, tal vez su número se reduzca a dos. Pero me basta. Un siempre es algo tan especial que muy poca gente se puede enorgullecer de poseer.

A uno de mis siempres lo conocí a los once años, pero por entonces estaba disfrazado o no se había forjado aún. Más tarde, me puse una venda en los ojos que me impidió fijarme en él. No fue hasta años después cuando logré identificarlo. Sé que ella también sonreiría si menciono la puerta del cine Callao. La sección de libros del Fnac. Frikis. Lágrimas en el aeropuerto. Fobia a la oscuridad. Kus-kus. Guy Williams. Nave espacial propia en Kingdom Hearts. Mayiiiiiiiiina. Lucy Granger. Notitas. Voces de ultratumba a las seis de la mañana. La botella. Lunática & Canuto. Panes voladores. Filetes que se descongelan al sol. El álbum de Luis Cernuda. Todos los perros van al cielo. Las gatas no, que son diabólicas. Terror al fantasma de La Cosa. Ojos verdes. ¿Me podré dormir? La Torre Eiffel en un biquini. Hell ya no es infierno. Catetos que descubren las semejanzas entre el amor y un partido de fútbol. Cartitas por los cumpleaños. Periodismo no vocacional. Chocolate. La Gaceta Marinística. Ghost. La biografía de Audrey Hepburn. Cenas nutritivas a base de chucherías. Sofás con esquina. Manipuladoras S.A. Camas de princesa. Un perro para cada una. Achuchones. Mofletes. Amigas. Siempre…
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[...] Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
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La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
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Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
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Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
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Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
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José Agustín Goytisolo

Entradas populares

Larga y prematuramente adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, me acostumbré muy pronto a quejarme en voz baja, a maldecir para mis adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir, al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. Si acabé escribiendo fue […] para aprovechar las modestas habilidades adquiridas por el mero hecho de vivir.

Ángel González

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

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Con José Manuel Caballero Bonald en la Residencia de Estudiantes de Madrid, 2011

Ceremonia de entrega de premios del XX Aniversario de la UC3M

Ceremonia de entrega de los premios del XX Aniversario de la UC3M

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Lectura de poemas en la Feria del Libro 2010 de Madrid

Casa natal de Luis Cernuda, Calle Acetres, Sevilla, 2010

Casa de Luis Cernuda durante los años 20, Calle del Aire, Sevilla, 2008

Con la estatua a Federico García Lorca, Madrid, 2008

Casa de Rafael Alberti, El Puerto de Santa María, Cádiz, 2008

Casa natal de Antonio Machado, Palacio de Dueñas. Sevilla, 2010

Residencia de Estudiantes de Madrid, 2008

Museo Dalí, Figueras, Cataluña, 2008

Con la estatua a Ramón Mª del Valle Inclán, Madrid, 2010
Te juzgan mal y sufres por eso. Eres de nieve por fuera y de llama por dentro. Quien te toca se hiela mientras tú te abrasas. No sabes querer y estás queriendo siempre; no sabes vivir y estás vivo. Tu sitio no está en ninguna parte, siempre desearás un lugar diferente...

Luis Cernuda, Comedia inacabada y sin título