jueves, 27 de enero de 2011

Desde las nubes



Y súbita, de pronto, porque sí; la alegría.

(Pedro Salinas)

http://www.sermadridsur.com/noticias/marina-casado-ganadora-del-certamen-literario-ser-stevenson-una-de-piratas_14555/

Recuerdo con emoción el momento en que me enteré de mi pequeño triunfo. Recuerdo que esa noche de noviembre me embargaba una incierta apatía e indolencia hacia el mundo -algo que me ocurre últimamente con relativa frecuencia-, a pesar de estar cenando con tres buenas amigas. De repente, un mensaje al móvil turbó mi realidad. En él me proporcionaban directamente un enlace a una noticia de Cadena SER Madrid Sur en el que me anunciaban como ganadora del Primer Premio del Certamen de relato "SER Stevenson, una de piratas". Recuerdo que me puse a saltar, literalmente; y que mi repentina alegría nada tuvo que ver con los 1000 euros que había ganado, según aquella información.


Los siguientes días fueron un torbellino de acontecimientos inesperados y maravillosos. Una entrevista en Hoy por Hoy, otra en Canal 8 TV... No podía evitar sentirme en las nubes al ser consciente de que este era mi primer premio fuera de la universidad o de un instituto, y que eso significaba que, realmente, mi obra tiene algún valor. Nervios, alegría atropellada.


Sin embargo, tuve que esperar al 26 de enero para recibir el premio. Fue ayer, en una ceremonia de entrega celebrada en Fuenlabrada, en la sede del Grupo Cefoim. Acudí allí con mis padres y con Marta, que se ha convertido en mi fotógrafa de ceremonias y en mi representante literaria. Y tras la entrega, más fotos y más entrevistas, y más nubes y más "esto no me puede estar pasando a mí". Pero sí que me estaba pasando.


Mi relato, El viento sobre Penumbrosa, ha sido publicado en un volumen titulado SER Stevenson, Una de piratas, junto con los relatos del segundo y tercer premio y de los finalistas. Y está a la venta, valorado en 10 euros. Es la primera vez que se vende algo mío -o al menos, donde aparece algo mío. Y me hace mucha ilusión.

Y no solo eso. El hecho de ir tan bien acompañada a la ceremonia de entrega me suscita un agradecimiento que no se puede expresar con palabras. Yo nada sería si no hubiera estado siempre mi familia a mi lado, apoyándome, y animándome para que me presentara aquí y allá, y bajando un sol para mí cada vez que mi mundo se oscurece. Mis padres y mi hermano son en gran parte la razón de mis éxitos literarios, y sé que siempre estarán ahí. Pero lo que me sorprende gratamente y desafía mi natural escepticismo es comprobar que hay personas, más allá de la familia, a las que le importo de verdad, que se alegran con mis alegrías y que sufren si yo lo paso mal, y que no tienen en cuenta mi carácter egoísta. En este caso, me refiero a Marta. Tal vez nunca se lo haya dicho expresamente, pero ella es una amiga de verdad. De esas en las que es tan difícil creer. Y no solo porque siempre me acompañe a todos los actos y ceremonias de forma voluntaria, con ilusión -no porque yo se lo haya pedido-; sino porque ella es una de esas raras personas que no tienen maldad y que a menudo pecan de ingenuas. Y aunque sea solamente por haberla conocido, me alegro de estudiar en la Carlos III. Cuando ella triunfe como periodista -que estoy segura de que así será-, yo tampoco me perderé sus triunfos.


Y al reflexionar sobre los últimos acontecimientos, se me ocurre pensar que, tal vez, estoy un poco más cerca de mi sueño: publicar una obra completa -a ser posible, de poesía. No son aires de grandeza, es que, como decía Alberti: No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo encerrado. Su canto asciende a más profundo cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres.

lunes, 24 de enero de 2011

El embrujo del sur

Conil de la Frontera, Cádiz


Blanco Cádiz de plata en el recuerdo.

(Rafael Alberti)

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Anoche, se me coló un rayo de verano por el corazón. Y un rayo de verano en mitad de enero puede ser algo indescriptiblemente precioso. En solo unos segundos, la noche dio paso al día, el frío al calor; el paisaje tras la ventana se difuminó para dibujar una playa, pero no una playa cualquiera, sino mi playa. El embrujo de Andalucía aparecía tamizado de melancolía, envuelto en los acordes tristes de guitarra de una composición de Albéniz; como si llorara de añoranza. Cádiz surgía en mi memoria suave y preciso, recubierto de cal blanca y de palmeras.

Anochecía en mi playa, y a lo lejos volvía a ver el faro, y aquella torre en mitad de la arena a la que nunca conseguía llegar por mucho que caminase, como si en vez de una presencia real no fuera más que un espejismo. Anochecía, y supe que después el firmamento suspiraría desde su negrura por encima del mar, y que cada uno de sus suspiros sería una estrella que caería sobre las olas y se reflejaría en aquella verde y sonriente mirada que no es más que otro destello del embrujo de Andalucía. Un hechizo que apenas dura unos pocos días al año, pero que le insufla al corazón el fuego preciso para continuar latiendo en esos meses en los que el mar adquiere los colores desvanecidos del recuerdo.

Cuanto daría por volver a aquellos días de irrealidad poética. Y es que no hay nada más real que lo soñado, sobre todo si el mundo de detrás de la ventana aparece cubierto de frío, olvidados los azules del Atlántico. Nunca he dejado de soñar en que volvería. Volverían la playa, las estrellas extraviadas en la arena y los puestos del mercadillo del pueblo; las miradas robadas y los ojos verdes. Y es todo en lo que necesito creer para seguir viva en este invierno.

Nadie que no haya ido al sur lo entendería…

martes, 11 de enero de 2011

En torno al azul

"El unicornio alegre", Salvador Dalí
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"Explosiones de azul en las alegorías"
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(Rafael Alberti)
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Ayer mismo, enfrentándome a mis temidos apuntes de Instituciones Internacionales, descubrí unas anotaciones hechas por mí junto a unas palabras dictadas por la profesora, que rezaban así:
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De los artículos publicados en la web, se han de estudiar solo los párrafos subrayados; la parte que está en azul no es importante.
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Debajo de esta frase, como una sombra, pude leer mis propias palabras, desconcertantes y casi absurdas en aquel contexto:
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Pero, ¿qué dice? Lo azul es lo único que importa en esta triste vida. ¡Aunque no exista! Sin el azul, nos veríamos relegados a la gris realidad. Oh, terrible azul, presente sólo en mis pupilas. Y cuando se pierde, cuando se tiñe de sombras; entonces ya no queda más que oscuridad.
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No sé qué pensar de mi facilidad para divagar en las clases... De cualquier modo, el invierno no es nadie mientras podamos envenenarlo de azules Tintoretto; mientras dejemos vagar la mirada por los azules del Mediterráneo, los azules griegos que descansan sobre la memoria. Mientras soñemos con aquella Venecia del azul Tiziano en oro... Porque, como dijo Alberti -el pintor más azul de toda la Historia de la Literatura-, "Aunque el azul no esté dentro del cuadro, como un fanal lo envuelve".

lunes, 10 de enero de 2011

Lo malo de la inocencia

La bella Durmiente, de Walt Disney

Creía a los hombres buenos o malos, de una pieza, como en los libros que leyó cuando niño. Su inocencia aún le permitía disgustarse con ellos al chocar de pronto con la perversidad. Aún debían transcurrir algunos años antes de que saliese de su error y comprendiese al fin que es tan difícil hallar un ser medianamente bueno como un ser medianamente malo. Porque el temple humano ha perdido resistencia moral, y van los hombres del bien al mal, fluctuando inestablemente, como una gallina coja, impulsados por la necedad y el egoísmo.
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Luis Cernuda

Lo malo de la inocencia es que, por muchas veces que te topes de bruces con la cruda realidad, jamás aprenderás a esquivar los golpes. La vulnerabilidad que suscita la inocencia es imposible de ocultar ante ojos ajenos, a pesar de que pueda tratar de mitigarse con ingredientes tales como el pesimismo o la prudencia. Pero al final, ni uno ni otro te salvará de caer una vez más en la trampa. De creer ingenuamente que has logrado imponerte a tu propio pesimismo, a tu terrible inseguridad.

La inocencia nos hace pensar en arquetipos: el lobo, el dragón, la princesa, la bruja. El amigo. Bajo el prisma de la inocencia, la amistad se convierte en una hermosa utopía. Confiamos ciegamente en aquellos que nos llaman amigos sin acordarnos de la última vez que eso quedó en entredicho. E inevitablemente llega el momento –porque siempre llega- en que ese amigo te la juega, como se suele decir. Por alguna razón, la inocencia suele ir acompañada de una absurda y blanda hipersensibilidad, y es cuando sale a la luz la consabida frase de Yo nunca me lo hubiera esperado de… Y realmente, no te lo esperabas. Y también realmente te afecta; por mucho que pretendas negarlo. Es lo malo de la inocencia.

Las personas no son malas ni buenas, sino una especie de híbridos entre el bien y el mal que pueden explotar más o menos una de esas dos partes. La inocencia incapacita para actuar con algo más que picardía: nunca permite llegar a la maldad. Pero, paradójicamente, atrae el lado más negativo de las personas que nos rodean puesto que, aunque sea de modo inconsciente, todos ven en esa inocencia ajena una oportunidad para obtener un beneficio o para reafirmar su propia seguridad, en el mejor de los casos. Por eso, en el momento en que alguien descubre tu inocencia… bueno, en ese momento ya estás perdido.

Tal vez, el concepto que la inocencia tiene de la amistad sea precisamente eso… inocente. Hace unos días, alguien me dijo que la amistad era algo mucho más frívolo e interesado de lo que yo creía. ¿Confiar tus secretos, tus temores, tus ilusiones? Eso se hace con los hermanos, con los padres, y poco más. Después de todos los golpes experimentados, la familia más cercana es la única que ha demostrado no fallar. La gente se mueve por intereses, me dijo esa misma persona, y nadie va a interponer tu persona a su propio interés. O al menos, no será un simple amigo el que lo haga. Un día llegará una persona, me dijo, para la que tu felicidad importe más que la suya; pero no será más que una persona, y llegará en el momento más inesperado.

¿Y mientras tanto? Actuar con más indolencia, dejarte llevar. Yo me considero afortunada por tener tres personas en las que puedo confiar por encima de todo, que han conocido mi infancia, mi adolescencia y este extraño limbo en el que me muevo ahora. Dos de ellas me han visto nacer. A una, he sido yo quien la ha visto nacer. Y las tres conocen de sobra mi ingenuidad, pero eso no me hace sentirme vulnerable ante ellas. Al contrario.

Esa misma persona de la que antes hablé me dijo algo que resulta difícil olvidar, en lo que llevo pensando desde hace días. Me dijo que es mejor no plantearnos cuántos amigos tenemos, o cuáles de ellos son de verdad; porque puede ocurrir que nos demos cuenta de que, en realidad, no tenemos ninguno.

Entradas populares

Larga y prematuramente adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, me acostumbré muy pronto a quejarme en voz baja, a maldecir para mis adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir, al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. Si acabé escribiendo fue […] para aprovechar las modestas habilidades adquiridas por el mero hecho de vivir.

Ángel González

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Con José Manuel Caballero Bonald en la Residencia de Estudiantes de Madrid, 2011

Ceremonia de entrega de premios del XX Aniversario de la UC3M

Ceremonia de entrega de los premios del XX Aniversario de la UC3M

Ceremonia de entrega de premios del XX Aniversario de la UC3M

Lectura de poemas en la Feria del Libro 2010 de Madrid

Casa natal de Luis Cernuda, Calle Acetres, Sevilla, 2010

Casa de Luis Cernuda durante los años 20, Calle del Aire, Sevilla, 2008

Con la estatua a Federico García Lorca, Madrid, 2008

Casa de Rafael Alberti, El Puerto de Santa María, Cádiz, 2008

Casa natal de Antonio Machado, Palacio de Dueñas. Sevilla, 2010

Residencia de Estudiantes de Madrid, 2008

Museo Dalí, Figueras, Cataluña, 2008

Con la estatua a Ramón Mª del Valle Inclán, Madrid, 2010
Te juzgan mal y sufres por eso. Eres de nieve por fuera y de llama por dentro. Quien te toca se hiela mientras tú te abrasas. No sabes querer y estás queriendo siempre; no sabes vivir y estás vivo. Tu sitio no está en ninguna parte, siempre desearás un lugar diferente...

Luis Cernuda, Comedia inacabada y sin título