Un año más que se pierde en los vaivenes insondables del pasado, en esos senderos desconocidos labrados de relojes, recuerdos sin cicatrizar y sonrisas infantiles. Y en el laberinto del pasado, no existe un orden lógico de los acontecimientos. De repente, me parece creer que el que esperamos va a ser el año 2000, ese año tan temido y a la vez tan deseado. ¡Hasta el siglo que viene!, exclamé a alguien aquella noche del 31 de diciembre de 1999. Y después entré en casa, donde esperaba mi pequeña pero unida familia. Como cada año, ya sea 2000 o 2009. Y pronto cambiaremos de década, quién lo iba a decir.
Balance del 2008… no ha sido tan terrible como pienso a veces. He viajado a lugares hasta ahora desconocidos para mí, como Sicilia o Cataluña; y he ganado mi primer (y espero que no último) premio literario: el primer premio del certamen de poesía Rafael Morales de la Universidad Carlos III de Madrid. Allí he cursado mi primer año en Periodismo, y ya estoy a la mitad del segundo. La vida universitaria no es como esperaba, me siento muchas veces como naipe cuya baraja se ha perdido, pero por ahora voy sobreviviendo. He perdido algunas amistades (o al menos, como tal las consideraba) y no he ganado casi ninguna. Pero las personas que siempre han estado ahí, siguen estando. He aprendido un par de lecciones amargas por obra y gracia de mi odiada y a la vez anhelada Realidad, empeñada siempre en recordarme su presencia mediante la afilada punta de su sable. Pero como tantas veces, me he librado de ella en el último momento, dejándole como rehenes algunas ilusiones descosidas. Y los momentos de mayor decadencia anímica me han servido como estímulo para escribir algunas de los versos que más me enorgullecen –dejando aparte el hecho de que mi poesía cada vez resulta más pesimista.
¿Propósitos para el nuevo año? Principalmente, el de siempre: tratar de publicar mi primera obra poética. Seguiré presentándome a concursos con la esperanza de ganar alguno y ver mi obra publicada. Si algo tengo claro en esta confusa vida es que mi vocación es la poesía, y no dejaré de luchar por hacerme un hueco en el inalcanzable mundo literario. Y si al final resulta que no tengo talento… no pienso dejar de soñar.
Tengo otro propósito, un poco más realista que el anterior. Mi estrecho mundo me aburre en ocasiones, quisiera ampliar horizontes, conocer gente con la que no tenga que disimular mis aficiones literarias, o simplemente alguien que esté fuera del universo que conozco. Cualquier cosa que sea nueva y me lleve a formularme preguntas, a forjarme ilusiones o a descubrir que aún me queda sed de aventuras. No quiero quedarme encerrada para siempre en mi cárcel infantil, donde ya conozco todo y a todos. Sé que resultará complicado, partiendo de mi patológica introversión, pero aun así trataré de abrirme a nuevas experiencias. Tal vez en una esquina del mundo espera el momento o la persona que siempre busqué sin saberlo.
Feliz salida y entrada de año, y gracias a todos aquellos que habéis seguido mi blog y me habéis hecho sentir menos inexperta en este asunto… el año que viene prometo escribir más y mejor. Y para finalizar esta última entrada del 2008, os dejo uno de mis poemas favoritos del poeta más grande de todos los tiempos, que resume lo que ha sido este año y, tal vez, lo que ha sido hasta ahora mi vida.
He venido para ver
He venido para ver semblantes
Amables como viejas escobas,
He venido para ver las sombras
Que desde lejos me sonríen.
He venido para ver los muros
En el suelo o en pie indistintamente,
He venido para ver las cosas,
Las cosas soñolientas por aquí.
He venido para ver los mares
Dormidos en cestillo italiano,
He venido para ver las puertas,
El trabajo, los tejados, las virtudes
De color amarillo ya caduco.
He venido para ver la muerte
Y su graciosa red de cazar mariposas,
He venido para esperarte
Con los brazos un tanto en el aire,
He venido no sé por qué;
Un día abrí los ojos: he venido.
Por ello quiero saludar sin insistencia
A tantas cosas más que amables:
Los amigos de color celeste,
Los días de color variable,
La libertad del color de mis ojos;
Los niñitos de seda tan clara,
Los entierros aburridos como piedras,
La seguridad, ese insecto
Que anida en los volantes de la luz.
Adiós, dulces amantes invisibles,
Siento no haber dormido en vuestros brazos.
Vine por esos besos solamente;
Guardad los labios por si vuelvo.
Luis Cernuda, Los placeres prohibidos
Balance del 2008… no ha sido tan terrible como pienso a veces. He viajado a lugares hasta ahora desconocidos para mí, como Sicilia o Cataluña; y he ganado mi primer (y espero que no último) premio literario: el primer premio del certamen de poesía Rafael Morales de la Universidad Carlos III de Madrid. Allí he cursado mi primer año en Periodismo, y ya estoy a la mitad del segundo. La vida universitaria no es como esperaba, me siento muchas veces como naipe cuya baraja se ha perdido, pero por ahora voy sobreviviendo. He perdido algunas amistades (o al menos, como tal las consideraba) y no he ganado casi ninguna. Pero las personas que siempre han estado ahí, siguen estando. He aprendido un par de lecciones amargas por obra y gracia de mi odiada y a la vez anhelada Realidad, empeñada siempre en recordarme su presencia mediante la afilada punta de su sable. Pero como tantas veces, me he librado de ella en el último momento, dejándole como rehenes algunas ilusiones descosidas. Y los momentos de mayor decadencia anímica me han servido como estímulo para escribir algunas de los versos que más me enorgullecen –dejando aparte el hecho de que mi poesía cada vez resulta más pesimista.
¿Propósitos para el nuevo año? Principalmente, el de siempre: tratar de publicar mi primera obra poética. Seguiré presentándome a concursos con la esperanza de ganar alguno y ver mi obra publicada. Si algo tengo claro en esta confusa vida es que mi vocación es la poesía, y no dejaré de luchar por hacerme un hueco en el inalcanzable mundo literario. Y si al final resulta que no tengo talento… no pienso dejar de soñar.
Tengo otro propósito, un poco más realista que el anterior. Mi estrecho mundo me aburre en ocasiones, quisiera ampliar horizontes, conocer gente con la que no tenga que disimular mis aficiones literarias, o simplemente alguien que esté fuera del universo que conozco. Cualquier cosa que sea nueva y me lleve a formularme preguntas, a forjarme ilusiones o a descubrir que aún me queda sed de aventuras. No quiero quedarme encerrada para siempre en mi cárcel infantil, donde ya conozco todo y a todos. Sé que resultará complicado, partiendo de mi patológica introversión, pero aun así trataré de abrirme a nuevas experiencias. Tal vez en una esquina del mundo espera el momento o la persona que siempre busqué sin saberlo.
Feliz salida y entrada de año, y gracias a todos aquellos que habéis seguido mi blog y me habéis hecho sentir menos inexperta en este asunto… el año que viene prometo escribir más y mejor. Y para finalizar esta última entrada del 2008, os dejo uno de mis poemas favoritos del poeta más grande de todos los tiempos, que resume lo que ha sido este año y, tal vez, lo que ha sido hasta ahora mi vida.
He venido para ver
He venido para ver semblantes
Amables como viejas escobas,
He venido para ver las sombras
Que desde lejos me sonríen.
He venido para ver los muros
En el suelo o en pie indistintamente,
He venido para ver las cosas,
Las cosas soñolientas por aquí.
He venido para ver los mares
Dormidos en cestillo italiano,
He venido para ver las puertas,
El trabajo, los tejados, las virtudes
De color amarillo ya caduco.
He venido para ver la muerte
Y su graciosa red de cazar mariposas,
He venido para esperarte
Con los brazos un tanto en el aire,
He venido no sé por qué;
Un día abrí los ojos: he venido.
Por ello quiero saludar sin insistencia
A tantas cosas más que amables:
Los amigos de color celeste,
Los días de color variable,
La libertad del color de mis ojos;
Los niñitos de seda tan clara,
Los entierros aburridos como piedras,
La seguridad, ese insecto
Que anida en los volantes de la luz.
Adiós, dulces amantes invisibles,
Siento no haber dormido en vuestros brazos.
Vine por esos besos solamente;
Guardad los labios por si vuelvo.
Luis Cernuda, Los placeres prohibidos