martes, 29 de enero de 2013

El incendio


Salvador Dalí, "Girafa ardiendo"



Emplearé todo el resto de mi vida en contemplar el suelo seriamente
ahora que ya nos importan cada vez menos las hadas,
ahora que ya las luces más complacientes estrangulan de un golpe las primeras sonrisas de los niños
y exaltan a puntapiés el arrullo de las palomas
y abofetean el árbol que se cree imprescindible para el
embellecimiento de un idilio o de una finca.
Mira siempre hacia abajo.
Nada se te ha perdido en el cielo.
El último ruiseñor es el muelle mohoso de un sofá muerto.

Rafael Alberti




Alicia emerge del Espejo y mira a uno y otro lado. Junto a un sauce marchito, un grupo de niños forman una fila. Llevan unos sacos rojos cubriéndoles la cabeza. Frente a ellos, otra fila de niños vestidos de azul lanzan pelotas de goma, que rebotan en el cuerpo de los de la primera fila y vuelven a sus manos. Hay un cartel de madera incrustado en el césped, en el que se puede leer: PASADO. Algunas pelotas se escapan de esa franja del jardín y caen en otra en la que el césped está marchito. En la que se encuentra Alicia.

-Este jardín es hermoso como un suicidio, ¿no crees? –interviene, de repente, una voz a sus espaldas.

Alicia se vuelve, para encontrarse junto a Jim Morrison. Lleva el cabello desordenado, como siempre, y los ojos inyectados en bruma, perdidos en algún submundo al que solo se accede desde la cocaína. Alicia sonríe y, cuando lo hace, muestra una mancha de carmín en sus dientes. En ese momento, el cielo comienza a vomitar meteoritos cubiertos de fuego.

-Qué hermosa es esta lluvia –dice Jim-. Estoy tan aburrido que debería asesinar a alguien.
-Mi cabello ha dejado de ser rubio, definitivamente.
-Por favor, no me sugieras el veneno. Eres Alicia, no Blancanieves, y ni siquiera tienes las agallas de Eva para probar una manzana si alguien te recomienda no hacerlo.
-No te hablaba de eso. ¿Por qué no me escuchas cuando te hablo? He decidido que dedicaré el resto de mi vida a tratar de estornudar más fuerte.
-¿Quién te oirá?
-El problema es que nadie en este mundo estornuda fuerte. Es de mala educación, dicen.
-Y tú eres demasiado inglesa.
-Te equivocas. Me he dejado el corazón en el mar de Cádiz. Esto que llevo aquí es un agujero negro.
-¿Cómo el cielo?
-Como el Dios que no existe.
-¡Ya sé! Le asesinaré a él. No quiero cometer otro crimen y pasar más años encerrado en una guitarra.
-¿De qué tienes más miedo, Jim?
-Pam, ¿por qué siempre que me preguntas eso acabas dejándome? Sabes que siempre volvemos, nena. Me necesitas.
-No soy Pam, soy Alicia.
-Quieres decir que… ¿Pam no va a volver?
-Se ha quedado al otro lado del Espejo.
-¿Y a ti? ¿Qué te asusta, pequeña Alicia?
-¿Qué no me asusta? Cierro los ojos y sigo viendo esa calavera, Jim. Me agarra y no me deja ir. La adoro. Tengo miedo de no poder asesinarte en este instante.
-¿Quieres arrebatarme el derecho al suicidio?
-Salgamos de aquí, Jim. Subámonos al edificio más alto de Madrid y hagamos ondear la bandera de la República. Luego entraremos en combustión. Creo que serías un cadáver bellísimo, Jim.
-Solo si bailas conmigo un vals mientras todo a nuestro alrededor se desvanece.
-Le estaba reservando el último a alguien que nunca vendrá.
-Entonces, ¿por qué reservárselo?
-Precisamente por eso, Jim. Si bailara contigo, no tendría motivos para seguir estornudando más y más fuerte. El último vals se habría consumado. Ya no tendría nada que esperar.
-Me gustabas más cuando eras la Bella Durmiente. Tu espera era triste y soñadora, teñida de azules y de inocencia.
-Inocencia. Esos niños con sacos cubriendo su cabeza también lo son.
-Alicia… Mira cómo se deshace el cielo. Arde, pequeña. Como tu cabello. Es rubio, aunque tú no lo quieras ver.
-No soy Alicia, Jim. No soy ya nadie. Quiero volar y escapar para siempre. Volemos, Jim, dejemos esta ciudad y tal vez podamos ver amanecer en una nueva dimensión.
-Tendrías que haberlo pensado antes, niña. Ahora el cielo arde, ¿cómo emprender el vuelo? Pero no te preocupes, siempre podemos escapar en mi barco.
-¿Tu barco de cristal? ¡Está abocado al naufragio!
-Pero eso ya lo sabías cuando saliste del Espejo…

(De los árboles comienzan a brotar carcajadas grotescas y sobrenaturales).

No hay comentarios:

Entradas populares

Larga y prematuramente adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, me acostumbré muy pronto a quejarme en voz baja, a maldecir para mis adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir, al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. Si acabé escribiendo fue […] para aprovechar las modestas habilidades adquiridas por el mero hecho de vivir.

Ángel González

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Con José Manuel Caballero Bonald en la Residencia de Estudiantes de Madrid, 2011

Ceremonia de entrega de premios del XX Aniversario de la UC3M

Ceremonia de entrega de los premios del XX Aniversario de la UC3M

Ceremonia de entrega de premios del XX Aniversario de la UC3M

Lectura de poemas en la Feria del Libro 2010 de Madrid

Casa natal de Luis Cernuda, Calle Acetres, Sevilla, 2010

Casa de Luis Cernuda durante los años 20, Calle del Aire, Sevilla, 2008

Con la estatua a Federico García Lorca, Madrid, 2008

Casa de Rafael Alberti, El Puerto de Santa María, Cádiz, 2008

Casa natal de Antonio Machado, Palacio de Dueñas. Sevilla, 2010

Residencia de Estudiantes de Madrid, 2008

Museo Dalí, Figueras, Cataluña, 2008

Con la estatua a Ramón Mª del Valle Inclán, Madrid, 2010
Te juzgan mal y sufres por eso. Eres de nieve por fuera y de llama por dentro. Quien te toca se hiela mientras tú te abrasas. No sabes querer y estás queriendo siempre; no sabes vivir y estás vivo. Tu sitio no está en ninguna parte, siempre desearás un lugar diferente...

Luis Cernuda, Comedia inacabada y sin título