A veces
miras a quien te mira y quisieras tener todo el poder preciso para mandar
que en ese mismo instante se detuvieran todos los relojes del mundo.
A veces
sólo a veces gran amor.
José Agustín Goytisolo, A veces gran amor
No existen las casualidades, ni el azar, ni la buena suerte. Yo ya sabía antes de llegar allí que volvería a cruzarme en el camino de esa mirada que no llegó a borrarse nunca de mi memoria; ni siquiera los calendarios y mi mala experiencia como fisonomista consiguieron apartarla nunca de mí.
No creo que fuera casualidad el resorte invisible que me impulsó a volver la cabeza justo en aquel instante, sin ningún motivo aparente. Resulta imposible definir las milésimas de segundo que transcurrieron entre el momento en que volví la cabeza y aquella mirada penetrante, fija en mí. No pude sorprenderme; nadie lo haría después de tantos años esperando una casualidad, la Casualidad. Luego, el saludo reglamentario, el fin de la magia. Sé que mi corazón no aceptará un nunca más como etiqueta cada vez que se siente en el quicio del tiempo a recordar aquellos ojos y que, si es necesario, me encargaré de alinear los planetas y de sembrar tréboles de cuatro hojas por volver a cruzarme en su camino.
miras a quien te mira y quisieras tener todo el poder preciso para mandar
que en ese mismo instante se detuvieran todos los relojes del mundo.
A veces
sólo a veces gran amor.
José Agustín Goytisolo, A veces gran amor
No existen las casualidades, ni el azar, ni la buena suerte. Yo ya sabía antes de llegar allí que volvería a cruzarme en el camino de esa mirada que no llegó a borrarse nunca de mi memoria; ni siquiera los calendarios y mi mala experiencia como fisonomista consiguieron apartarla nunca de mí.
No creo que fuera casualidad el resorte invisible que me impulsó a volver la cabeza justo en aquel instante, sin ningún motivo aparente. Resulta imposible definir las milésimas de segundo que transcurrieron entre el momento en que volví la cabeza y aquella mirada penetrante, fija en mí. No pude sorprenderme; nadie lo haría después de tantos años esperando una casualidad, la Casualidad. Luego, el saludo reglamentario, el fin de la magia. Sé que mi corazón no aceptará un nunca más como etiqueta cada vez que se siente en el quicio del tiempo a recordar aquellos ojos y que, si es necesario, me encargaré de alinear los planetas y de sembrar tréboles de cuatro hojas por volver a cruzarme en su camino.
3 comentarios:
La casualidad no existe. El cumulo de circunstancias la crea y ella estan determinadas por los hechos. El contexto y las leyes de la fisica tambien predeterminan, nada surge a la azar, todo es un proceso.
Un Saludo.
Alguien dijo alguna vez que nada está escrito pero que sin embargo tendemos a agarrarnos al pasado como un clavo ardiendo.
También se por experiencia que a veces el pasado vuelve, pero no se convierte en un presente, sino en un deseo de futuro.
No se puede vivir de quimeras, ni anclarse en algo que es posible que nunca será. Pero ¿sabes? a veces es bonito dejar que la nostalgia nos guíe.
¿Quién nos dice que las cosas no pueden cambiar? ;-)
Un abrazo y mucho ánimo.
Querida amiga madrileña, me encantó tu relato. Justo hoy vi y hablé con mi ex novia y me sentí así, sabes? Quería quedarme horas con ella pero el deber y la universidad lo impidieron. Así es la vida... Una tómbola.
Te recomiendo este libro:
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Estoy seguro que te gustará. Es de un periodista y escritor peruano. El libro es fabuloso, lo estoy leyendo ahora, y no te imaginas lo divertido que es! Un abrazo inmenso y un beso! Cuidate mucho...
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