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La realidad no es nunca lo suficientemente amplia y diversa para que ella nos baste por sí sola. Es necesario ese margen misterioso, de vagas luces y vagas sombras, delicado, exigente y voraz, que la imaginación proporciona. […]
No será exagerado decir que ese libro satisfizo, en tanto que libro, mi demanda. Un libro… Qué extraño e íntimo hallazgo; parecía esperarlo. Y en ese libro el personaje más fascinador, uno de los personajes más fascinadores que conozco […]
¿Será oportuno añadir que lo he buscado vanamente por esta realidad? Mi mayor deseo sería verle.
Si solo eres héroe de poética verdad […], ¿por qué te busco así, materialmente? Tal vez deseo de confiarse a un semejante, tal vez necesidad de incoherencia; yo nada sé. […]
Pronto te estimé como a ningún amigo. […] Desde entonces creí ya para siempre en ti, en los sutiles y en su invisible victoria sobre los crustáceos. Ridículos, terribles crustáceos.
Hay que continuar siempre. ¿No es ése tu secreto? La sociedad es estúpida, pero el mundo es hermoso. […] Tu presencia me dice que debe amarse el aire y la vida y la tierra divinos que rodean la más profunda herida del deseo. […] Y si se ama, si se ama apasionadamente, nos olvidaremos de nosotros mismos. Entonces estaremos salvados.
Luis Cernuda, Carta a Lafcadio Wlikie
* Lafcadio Wlikie es un personaje de Les caves du Vatican, de André Gide.
No podría estar más de acuerdo con estos fragmentos. A veces encontramos en las cosas y seres inexistentes el mágico vínculo que no acabamos de hallar en la realidad y en las personas que se hacen llamar “amigos nuestros”. La amistad es un raro don que rara vez nos concede el destino, y llega en dosis diminutas, pero inmensamente grandes a la vez. Hoy por hoy, puedo confesar que conozco lo que es la amistad gracias a unas pocas personas –pocas, muy pocas, se pueden contar de sobra con los dedos de una mano- que no se han apartado de mi lado cuando las he necesitado, y de las que yo tampoco me apartaré cuando llegue el momento.
A los demás, crustáceos por naturaleza, profesionales de la hipocresía, del escarnio y de la crítica perversa, les respondo con aquel verso –de nuevo, de Cernuda- que dice: No quiero saber de la gloria envidiosa con rabo y cuernos de ceniza. Esa será la verdadera victoria de los sutiles.
No será exagerado decir que ese libro satisfizo, en tanto que libro, mi demanda. Un libro… Qué extraño e íntimo hallazgo; parecía esperarlo. Y en ese libro el personaje más fascinador, uno de los personajes más fascinadores que conozco […]
¿Será oportuno añadir que lo he buscado vanamente por esta realidad? Mi mayor deseo sería verle.
Si solo eres héroe de poética verdad […], ¿por qué te busco así, materialmente? Tal vez deseo de confiarse a un semejante, tal vez necesidad de incoherencia; yo nada sé. […]
Pronto te estimé como a ningún amigo. […] Desde entonces creí ya para siempre en ti, en los sutiles y en su invisible victoria sobre los crustáceos. Ridículos, terribles crustáceos.
Hay que continuar siempre. ¿No es ése tu secreto? La sociedad es estúpida, pero el mundo es hermoso. […] Tu presencia me dice que debe amarse el aire y la vida y la tierra divinos que rodean la más profunda herida del deseo. […] Y si se ama, si se ama apasionadamente, nos olvidaremos de nosotros mismos. Entonces estaremos salvados.
Luis Cernuda, Carta a Lafcadio Wlikie
* Lafcadio Wlikie es un personaje de Les caves du Vatican, de André Gide.
No podría estar más de acuerdo con estos fragmentos. A veces encontramos en las cosas y seres inexistentes el mágico vínculo que no acabamos de hallar en la realidad y en las personas que se hacen llamar “amigos nuestros”. La amistad es un raro don que rara vez nos concede el destino, y llega en dosis diminutas, pero inmensamente grandes a la vez. Hoy por hoy, puedo confesar que conozco lo que es la amistad gracias a unas pocas personas –pocas, muy pocas, se pueden contar de sobra con los dedos de una mano- que no se han apartado de mi lado cuando las he necesitado, y de las que yo tampoco me apartaré cuando llegue el momento.
A los demás, crustáceos por naturaleza, profesionales de la hipocresía, del escarnio y de la crítica perversa, les respondo con aquel verso –de nuevo, de Cernuda- que dice: No quiero saber de la gloria envidiosa con rabo y cuernos de ceniza. Esa será la verdadera victoria de los sutiles.
2 comentarios:
Decia un viejo escritor, "amigos el resto mundo" o aquel, existen varios tipos de personas, los conocidos, los que uno saluda, los que habitan en el mismo mundo y los amigos. La amistad es la base del amor.
Un Saludo.
La realidad nunca es suficiente para colmar nuestros deseos, quizás por eso exista la literatura y por ende la poesía, siempre son playas a las que acudir cuando la realidad no es capaz de colmar nuestros deseos.
En el mundo real hay muchas orejas pero faltan oídos...
Al menos, aunque sean pocos, sabes que puedes contar con algunos seres humanos. Suficiente razón para no rendirnos. :-)
Un abrazo.
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