Adiós. Hasta otra vez o nunca.
Quién sabe qué será,
y en qué lugar de niebla.
Si habremos de tocarnos para reconocernos.
Si sabremos besamos por falta de tristeza.
Todo lo llevas con tu cuerpo.
Todo lo llevas.
Me dejas naufragando en esta nada
inmensa.
Cómo desaparece el monte
-me dejas…-,
se hunde el río
-…en esta…-,
se desintegra la ciudad.
Despiertas...
Ángel González
Ojalá hubieras sido algo más que un sueño. Pero yo no soy más que una soñadora pesimista –si es que esos dos términos se pueden unir-, que sin embargo trata de evitar que te desvanezcas, que lucha por permanecer en ese inaparente estado de confusión que precede al despertar. No; no quisiera despertar aún. Ninguna ilusión había tenido los ojos color océano en los días de lluvia. Llegaste en un momento en el que es difícil olvidar, cuando mi esperanza expiraba débilmente bajo la nieve. Y yo… yo solo puedo soñar con no borrarme de tu recuerdo. Con volver a ver tus iris de tormenta. Pero si hablara, entonces… entonces me llamarías loca, y dirías que estoy lejos -¿no entiendes que eso no importa?- y que incluso el aire borra mis labios de desconocida. Por eso no hablo. Y entonces… entonces te apagarás suavemente en la distancia, de forma irremediable. Mejor dicho: yo me apagaré, porque tu luz es demasiado fuerte para extinguirse. Y volverán las sombras.
Cualquier mínima promesa podría conseguir que no me despertara. Ojalá hubiera sido yo algo más que una soñadora…
1 comentario:
a veces con soñar todo es bonito, cuando llega la realidad y nos da con todo, seguir soñando pero sueños nuevos.
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