"Las rosas sangrantes", Salvador Dalí, 1930
En sus ojos vacíos había dos
relojes pequeños; uno marchaba en sentido contrario que el otro.
Luis Cernuda
Abril se desangra en vientos
helados, en lluvias, en velos de tristeza. Variando aquel verso de Baudelaire: Voici
l’hiver! –otra vez.
El mundo se niega aún a
ingresar en un manicomio –o en un hospital psiquiátrico, como los llaman
ahora-, a pesar de que, en su locura dirigida, ha cometido más homicidios que
algunos de los más temidos presidiarios.
En cuanto al tiempo, mi fiel
enemigo, de repente me sonríe y me guiña un ojo, como si quisiera hacerme
partícipe de esta segunda oportunidad que me pone en bandeja de plata. Y yo,
cobarde, como siempre, me atrevo solo a rozarla con la punta de los dedos, para
que la Tierra no tiemble entera y me sacuda a mí en su estornudo final.
Y el tiempo sigue sonriendo,
pero con una chispa de indulgencia en sus ojos cansados de relojes. Jamás se
atrevería a sobreestimarme, porque no soy más que aire, ni siquiera viento. Y sólo
nos presta las cosas; jamás nos las regala. Las oportunidades se marchan, como
los días de sol y como las tristezas adolescentes.
¿… pero puedes recordar todo el tiempo que lloramos?
Lo sé, Jim, lo sé. Solo espero
el sol; como tú, como todas las flores y como los barcos que sobreviven a las
tempestades. Seré valiente, te lo prometo. Quiero vivir intensamente aunque no
haya cumplido los veintisiete. Y después, quiero seguir viviendo. Tengo el
valor suficiente para hacerlo.
Lo importante es que ahí fuera
se den cuenta de que yo sé bailar. Quien no quiera mirarme, adelante, ¡que no
me mire! Tengo que salir de aquí. Tengo que bailar un vals con los relojes y
acabar dando la vuelta a los calendarios, y que las segundas oportunidades se
conviertan en primeras. Tengo que lograr que la luz, la poca que queda en esta
primavera muerta, no se marchite.
Si por lo menos amaneciera.
1 comentario:
La luz la llevamos dentro, con nosotros. Y tu llevas rayos de luz dentro de ti, porque tu alma de poeta es luminosa.
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