sábado, 20 de noviembre de 2010

Parálisis

La manzana, René Magritte


Para salvar mis ojos,
para salvarte a ti que...

Secreto.

Rafael Alberti


Como dijo García Lorca, quiero llorar porque me da la gana. Y gritar todo lo que nunca me atrevo a decir; todo eso que nace en mi cabeza y muere allí dentro encarcelado, asfixiado, retorcido; elevándose en dirección a ese cielo plagado de imposibles. Y es que llega un momento en que la frustración resulta insoportable. Miedo, rabia, contradicción, odio hacia esa persona que eres ante el mundo. Y ante la que no eres, también. Todo pierde el sentido cuando no puedes ser...

Lo voy a hacer, me digo. Y mi enfermiza mente traza un plan para llevar a cabo cualquier rutinaria simpleza, incluso una simple conversación. Pero llegado el momento, una fuerza invisible se apodera de mis movimientos y de mis palabras. No lo hago porque no puedo; literalmente, no puedo. Y el cristal de mi mundo se empaña. La última luz, la de la esperanza, se apaga. Es la terrible consciencia de que nadie va a rescatarte de… ¿de qué?

Me he intentado imaginar a mí misma siendo yo misma; pero no lo he logrado. Me he dado cuenta de que no me conozco, o de que tal vez no existe esa dimensión en mi persona. Tantas máscaras superpuestas acaban por descomponer el rostro que se ocultaba debajo. Y debo remontarme a aquella niña que fui cuando todo podía ser; cuando todavía era alguien y no estaba perdida. Tal vez por esa razón no deje de volver una y otra vez a esos años.

He soñado con abrazar durante unos instantes la realidad. Desconocer la timidez, la cobardía, la dichosa inseguridad, el miedo a las reacciones de los demás, a equivocarme, y al futuro incierto, y a mi propia parálisis. En esa realidad gritaba, insultaba, murmuraba palabras de amor, dibujaba sonrisas en las nubes y lloraba todas las lágrimas que no lloré en aquella lejana noche del siglo pasado. Por todo lo que fue, lo que ha sido; pero no por todo lo podría ser, porque eso aún no pertenece al pasado.

No ha sido más que un sueño; nadie va a llegar para sacarme de la prisión que mi propia mente ha creado.

Nadie va a rescatarme de mí misma.

1 comentario:

Patricia dijo...

Me encanta la transparencia con que escribes, y la capacidad para mostrar sentimientos que todos tenemos en algún momento. Creo que el miedo no es tal miedo, sino un refugio. La realidad nos parece peor que los sueños, por eso tememos enfrentarnos a ella. Pero la realidad, muchas veces, puede superar nuestra imaginación. Se trata de conformismo. Aspirar a "lo bueno" no a "todo lo bueno". Comparto al 100% tus pensamientos. Tb muchas veces me siento así. Pero después pienso: tranquila, no te autopresiones, esto tb pasará. Cada persona lleva sus ciclos, su velocidad... Las comparaciones son odiosas.
Un saludo!

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