Era domingo. Un columpio empujaba entre quejidos
la silueta al sol desvanecida de una muñeca inerte.
Los pájaros volvían de excursiones desmedidas,
realizadas para intentar colmar, aunque solo en parte,
los desmembrados sueños de un erizo que dormía despierto.
Silencio en la alameda,
más allá de aquel río inexistente
y del chillido del columpio que jamás se detiene.
Nadie sonríe gratis bajo la luz insomne:
no queda un alma que sostener a grandes bocanadas
entre mis labios azulados.
Silencio; silencio en la alameda,
y en la arena desierta sobre la cual se balancea,
como la horca hendida por el rayo;
la muñeca infinita de ojos desgarrados
y ausencia de mirada bajo sus cuencas rotas.
Y temo lo peor.
Su vacía expresión llena todo el paisaje:
el columpio,
los pájaros rendidos,
el domingo maldito,
la alameda desierta,
los labios congelados de la muerte.
Unos ojos abstractos que jamás se atrevieron a mirarme.
Estoy sola, y no río.
Mis peores temores han sido confirmados:
no pasa nada.
la silueta al sol desvanecida de una muñeca inerte.
Los pájaros volvían de excursiones desmedidas,
realizadas para intentar colmar, aunque solo en parte,
los desmembrados sueños de un erizo que dormía despierto.
Silencio en la alameda,
más allá de aquel río inexistente
y del chillido del columpio que jamás se detiene.
Nadie sonríe gratis bajo la luz insomne:
no queda un alma que sostener a grandes bocanadas
entre mis labios azulados.
Silencio; silencio en la alameda,
y en la arena desierta sobre la cual se balancea,
como la horca hendida por el rayo;
la muñeca infinita de ojos desgarrados
y ausencia de mirada bajo sus cuencas rotas.
Y temo lo peor.
Su vacía expresión llena todo el paisaje:
el columpio,
los pájaros rendidos,
el domingo maldito,
la alameda desierta,
los labios congelados de la muerte.
Unos ojos abstractos que jamás se atrevieron a mirarme.
Estoy sola, y no río.
Mis peores temores han sido confirmados:
no pasa nada.
15 de julio de 2008
© Marina Casado
* ADVERTENCIA: Todas las poesías han pasado por el Registro de Propiedad Intelectual.

5 comentarios:
Ocurre, que de la nada, sacastes un puñado de bellos versos.
Un Saludo.
Nada, no pasa nada y tú lo ocupas todo. Un beso joven poeta.
muy bueno y la cancion me encanto!
¿Quíén será la muñeca que se balancea inerte?
¿Un ente abstracto o físico?
¿La tristeza o los peores temores juntos?
Podría decir que es desgarradora pero eso no quita que sea genial.
Como ya te he dicho por el msn. Da hasta miedo.
:-) Enhorabuena.
Muy bonita poesía, muy bueno el blog..
un saludo,
Gianni
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