
AMIGO 2º: La lluvia es hermosa. En el colegio entraba por los patios y estrellaba por las paredes a unas mujeres desnudas, muy pequeñas, que lleva dentro. ¿No las habéis visto? Cuando yo tenía cinco años… no, cuando yo tenía dos…, miento, uno, un año tan solo. Es hermoso, ¿verdad?; un año cogí una de estas mujercillas de la lluvia y la tuve dos días en una pecera.
AMIGO 1º (Con sorna): ¿Y creció?
AMIGO 2º: No; se hizo cada vez más pequeña, más niña, como debe ser, como es lo justo, hasta que no quedó de ella más que una gota de agua. Y cantaba una canción…
Yo vuelvo por mis alas,
dejadme volver.
Quiero morirme siendo amanecer,
quiero morirme siendo
ayer.
Yo vuelvo por mis alas,
dejadme regresar.
Quiero morirme siendo manantial.
Quiero morirme fuera de la mar…
que es precisamente lo que yo canto a todas horas.
Federico García Lorca, Así que pasen cinco años
Y yo también quisiera regresar; regresar siendo ayer, o siendo amanecer, o tal vez sueño. Pero no creo que nadie pierda las alas definitivamente; solo las ganas de volar. Las alas han quedado relegadas a un rincón de nuestros pensamientos, aquel al que solo podemos llegar mientras dormimos. Es la única forma de escapar. Y sin embargo, la lluvia ha llegado de forma inesperada, despertando en mi interior esa pequeña gota de agua que en realidad todos somos, y las notas de esa canción que yo tampoco puedo cesar de repetir.
AMIGO 1º (Con sorna): ¿Y creció?
AMIGO 2º: No; se hizo cada vez más pequeña, más niña, como debe ser, como es lo justo, hasta que no quedó de ella más que una gota de agua. Y cantaba una canción…
Yo vuelvo por mis alas,
dejadme volver.
Quiero morirme siendo amanecer,
quiero morirme siendo
ayer.
Yo vuelvo por mis alas,
dejadme regresar.
Quiero morirme siendo manantial.
Quiero morirme fuera de la mar…
que es precisamente lo que yo canto a todas horas.
Federico García Lorca, Así que pasen cinco años
Y yo también quisiera regresar; regresar siendo ayer, o siendo amanecer, o tal vez sueño. Pero no creo que nadie pierda las alas definitivamente; solo las ganas de volar. Las alas han quedado relegadas a un rincón de nuestros pensamientos, aquel al que solo podemos llegar mientras dormimos. Es la única forma de escapar. Y sin embargo, la lluvia ha llegado de forma inesperada, despertando en mi interior esa pequeña gota de agua que en realidad todos somos, y las notas de esa canción que yo tampoco puedo cesar de repetir.