domingo, 17 de febrero de 2013

Imperfecciones

Salvador Dalí, "Las tentaciones de San Antonio"

Esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.

¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?

Alejandra Pizarnik




-Lorenzo, nunca pensé que volverías.

Anochecía. Ella le hablaba otra vez a su ausencia, que ocupaba de nuevo un espacio que no se había terminado de borrar.

El mar, el cielo rosa.

Las gaviotas.

Ninguno de aquellos elementos resultaba real. Ella comenzó a bailar en círculos consigo misma.

-Lorenzo, mírame.

Pero Lorenzo se había dejado el corazón por el camino, y se hallaba perdido en sus propias y amargas cavilaciones. La miraba, claro que la miraba. Pero continuaba sin verla.

Lorenzo era dulce, suave, desapasionado, lo mismo que una nube algodonosa flotando por el cielo de abril. Lorenzo llevaba en los ojos promesas apagadas de pacíficas mañanas y amores tranquilos, monótonos y entrañables.

Lorenzo era un pasado reciente, una historia inacabada, una parte de sí misma. Lorenzo no era real, y eso, más que nada, la hacía creer en su existencia, y en la necesidad de volver a encender todas aquellas promesas dormidas.



Levanté los ojos del libro. Yo podría ser la joven bailarina y empezar a soñar con los ojos suaves de Lorenzo. También podría convertirme en Lorenzo y seguir caminando por el mundo, perdido en mis melancolías y sin percatarme de las que yo mismo levantaba a mi paso. ¿Perseguir un imposible o erigirse una misma en imposible? O mejor aún: arrinconarlo todo en algún argumento de novela sin futuro. Dejar los personajes: herirse –o embriagarse- de realidad.

1 comentario:

Óscar Sejas dijo...

En algún sitio leí que los mejores amores son siempre los que no existen. Supongo que será porque en la no existencia son perfectos y hechos totalmente a la medida de nuestras cavilaciones y deseos.

Besos.


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