martes, 28 de abril de 2009

La causalidad de las casualidades

"El espejo falso", René Magritte


A veces
miras a quien te mira y quisieras tener todo el poder preciso para mandar
que en ese mismo instante se detuvieran todos los relojes del mundo.

A veces
sólo a veces gran amor.


José Agustín Goytisolo, A veces gran amor




No existen las casualidades, ni el azar, ni la buena suerte. Yo ya sabía antes de llegar allí que volvería a cruzarme en el camino de esa mirada que no llegó a borrarse nunca de mi memoria; ni siquiera los calendarios y mi mala experiencia como fisonomista consiguieron apartarla nunca de mí.

No creo que fuera casualidad el resorte invisible que me impulsó a volver la cabeza justo en aquel instante, sin ningún motivo aparente. Resulta imposible definir las milésimas de segundo que transcurrieron entre el momento en que volví la cabeza y aquella mirada penetrante, fija en mí. No pude sorprenderme; nadie lo haría después de tantos años esperando una casualidad, la Casualidad. Luego, el saludo reglamentario, el fin de la magia. Sé que mi corazón no aceptará un nunca más como etiqueta cada vez que se siente en el quicio del tiempo a recordar aquellos ojos y que, si es necesario, me encargaré de alinear los planetas y de sembrar tréboles de cuatro hojas por volver a cruzarme en su camino.

martes, 14 de abril de 2009

14 de abril de 1931


Un día el pueblo español tuvo un sueño. Soñó con liberarse del yugo de la esclavitud, del analfabetismo, de la religión. Soñó con un país libre cuajado de intelectuales, con una Edad de Plata, con uno de los sistemas universitarios más elevados a nivel internacional. Con los campesinos que labraban sus propias tierras, el sufragio universal, el matrimonio civil, el divorcio. Con las reuniones en casa de Aleixandre, las Misiones Pedagógicas, el teatro popular de la Barraca.


Aquel sueño sólo duró seis años, y los españoles despertaron al grito estremecedor de ¡Muera la inteligencia! Fue la culminación de un veneno que nació antes, mucho antes de 1931 y que nadie logró extirpar aquel 14 de abril, y se extendió lentamente durante aquellos meses hasta provocar un despertar sumido en la muerte y en las balas y en el silencio de los desaparecidos. Y en el exilio y el incienso y las palabras prohibidas.


No fue un sueño, sino una realidad que hoy, setenta y ocho años después de aquel legendario 14 de abril, no podemos ni queremos olvidar.



Vosotros no caísteis


¡Muertos al sol, al frío, a la lluvia, a la helada,
junto a los grandes hoyos que abre la artillería,
o bien sobre la yerba que de puro delgada
y al son de vuestra sangre se vuelve melodía!

Siembra de cuerpos jóvenes, tan necesariamente
descuajados del triste terrón que los pariera,
otra vez y tan pronto y tan naturalmente,
semilla de los surcos que la guerra os abriera.

Se oye vuestro nacer, vuestra lenta fatiga,
vuestro empujar de nuevo bajo la tapa dura
de la tierra que al daros la forma de una espiga
siente en la flor del trigo su juventud futura.

¿Quién dijo que estáis muertos? Se escucha entre el silbido
que abre el vertiginoso sendero de las balas,
un rumor, que ya es canto, gloria recién nacido,
lejos de las piquetas y funerales palas.

A los vivos, hermanos, nunca se les olvida.
Cantad ya con nosotros, con nuestras multitudes
de cara al viento libre, a la mar, a la vida.
No sois la muerte, sois las nuevas juventudes.


Rafael Alberti, De un momento a otro

lunes, 13 de abril de 2009

La vida

Avanza ufana, yérguete frente al público.
Te aguarda el escenario entre nubes de escarcha:
nubes de manos, de labios que no besan, de ojos que te miran;
de pisadas vacías, de sueños inconexos y muertes desoladas
ahogadas en un tinte de olvido.

Manos cortadas aplauden, voces perdidas vitorean tu llegada.
Traga tus lágrimas, ajústate la máscara al rostro demacrado,
esgrime las sonrisas como vanos cuchillos frente a la realidad,
y saluda.

Saluda a los días azules,
a las memorias frescas desgarradas del tiempo,
a los enamorados que dicen ser eternos,
a las casas vacías y los niños remotos,
a los amigos cuya palabra se desfigura en la distancia;

saluda a tus propias sonrisas y paredes en blanco
o tristes asesinos de las luces;
no eres más que otro pozo de virtudes resecas.
Completa con encanto una curiosa reverencia.

Solo entonces, podrás retirarte entre aplausos.



8 de mayo de 2008



© Marina Casado


* ADVERTENCIA: Todas las poesías han pasado por el Registro de Propiedad Intelectual.
.

Entradas populares

Larga y prematuramente adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, me acostumbré muy pronto a quejarme en voz baja, a maldecir para mis adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir, al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. Si acabé escribiendo fue […] para aprovechar las modestas habilidades adquiridas por el mero hecho de vivir.

Ángel González

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Entrega premios de relato 2011, "Una de piratas", Cadena SER

Con José Manuel Caballero Bonald en la Residencia de Estudiantes de Madrid, 2011

Ceremonia de entrega de premios del XX Aniversario de la UC3M

Ceremonia de entrega de los premios del XX Aniversario de la UC3M

Ceremonia de entrega de premios del XX Aniversario de la UC3M

Lectura de poemas en la Feria del Libro 2010 de Madrid

Casa natal de Luis Cernuda, Calle Acetres, Sevilla, 2010

Casa de Luis Cernuda durante los años 20, Calle del Aire, Sevilla, 2008

Con la estatua a Federico García Lorca, Madrid, 2008

Casa de Rafael Alberti, El Puerto de Santa María, Cádiz, 2008

Casa natal de Antonio Machado, Palacio de Dueñas. Sevilla, 2010

Residencia de Estudiantes de Madrid, 2008

Museo Dalí, Figueras, Cataluña, 2008

Con la estatua a Ramón Mª del Valle Inclán, Madrid, 2010
Te juzgan mal y sufres por eso. Eres de nieve por fuera y de llama por dentro. Quien te toca se hiela mientras tú te abrasas. No sabes querer y estás queriendo siempre; no sabes vivir y estás vivo. Tu sitio no está en ninguna parte, siempre desearás un lugar diferente...

Luis Cernuda, Comedia inacabada y sin título