La losa de la realidad
cayó de pronto sobre mis espaldas.
Sinceramente, no esperaba este golpe.
Resulta interesante haber sobrevivido,
pero es que el cuerpo –y digo “el cuerpo”-
nunca dejó de estar intacto tras el daño sufrido.
Me arrastro a duras penas
para tratar de liberarme
del peso muerto de la realidad.
No queda nadie para tenderme su mano.
Consigo levantar mi cuerpo,
sacudo el polvo de mi ropa y miro atrás:
debajo de la pesada losa
solo quedó mi corazón.
Nada de lo que no se pueda prescindir.
22 de abril de 2008
cayó de pronto sobre mis espaldas.
Sinceramente, no esperaba este golpe.
Resulta interesante haber sobrevivido,
pero es que el cuerpo –y digo “el cuerpo”-
nunca dejó de estar intacto tras el daño sufrido.
Me arrastro a duras penas
para tratar de liberarme
del peso muerto de la realidad.
No queda nadie para tenderme su mano.
Consigo levantar mi cuerpo,
sacudo el polvo de mi ropa y miro atrás:
debajo de la pesada losa
solo quedó mi corazón.
Nada de lo que no se pueda prescindir.
22 de abril de 2008
© Marina Casado
* ADVERTENCIA: Todas las poesías han pasado por el Registro de Propiedad Intelectual.
"La clé des champs", René Magritte
2 comentarios:
Todo golpe es desprevenido, se asume...y solo el corazón siempre queda...hasta nuestro fin...
Besos
Hay golpes en la vida, tan fuertes Yo no sé
Golpes como del odio de Dios;
como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma, yo no sé.
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