Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
Antonio Machado
He aquí unos de los versos más repetidos y popularizados de la historia de la literatura española. Sin embargo, rara vez nos detenemos para tratar de interiorizar su mensaje, y nos pasamos la vida angustiados por un futuro que parece más incierto que nunca, como si la niebla se hubiera apoderado de él. No hay nada seguro y eso nos asusta. A menudo creemos que la línea recta de nuestra vida se ha torcido a causa de haber tomado una decisión equivocada, y nos aterroriza caminar por una senda que no está aún dibujada.
¿Cómo volver al punto del camino a partir del cual mis pasos se torcieron? ¿Cómo regresar al día en que pude haber elegido una carrera en vez de otra? ¿Quién me dice que ahora tendría la suficiente confianza en mí misma para tomar la decisión correcta? Nada va tan mal, sin embargo. Los pasos avanzan en línea recta desde el punto en que el camino se torció, y aunque el camino que recorro ahora no es el que hubiera imaginado, no hay tiempo para mirar atrás. Tal vez el secreto sea dejarse llevar y avanzar a tientas por la niebla, tratando de dibujar una senda que nadie ha recorrido aún.
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
Antonio Machado
He aquí unos de los versos más repetidos y popularizados de la historia de la literatura española. Sin embargo, rara vez nos detenemos para tratar de interiorizar su mensaje, y nos pasamos la vida angustiados por un futuro que parece más incierto que nunca, como si la niebla se hubiera apoderado de él. No hay nada seguro y eso nos asusta. A menudo creemos que la línea recta de nuestra vida se ha torcido a causa de haber tomado una decisión equivocada, y nos aterroriza caminar por una senda que no está aún dibujada.
¿Cómo volver al punto del camino a partir del cual mis pasos se torcieron? ¿Cómo regresar al día en que pude haber elegido una carrera en vez de otra? ¿Quién me dice que ahora tendría la suficiente confianza en mí misma para tomar la decisión correcta? Nada va tan mal, sin embargo. Los pasos avanzan en línea recta desde el punto en que el camino se torció, y aunque el camino que recorro ahora no es el que hubiera imaginado, no hay tiempo para mirar atrás. Tal vez el secreto sea dejarse llevar y avanzar a tientas por la niebla, tratando de dibujar una senda que nadie ha recorrido aún.